Por Ramón Peralta

Los frecuentes sucesos de matanzas colectivas que están sucediendo y llevados a cabo por individuos portadores de armas de alto calibre, nos van a obligar a quedarnos encerrados en casa porque no hay garantía de que en cualquier evento público a alguien se le ocurra el placer de disparar a seres humanos como si fueran aves de caza. Los casos ya no constituyen hechos aislados, sino que son parte del diario vivir y donde gentes inocentes pagan con sus vidas: niños, jóvenes, mujeres, ancianos, padres, madres y cualquier ciudadano no importa su denominación. Ya no hay lugares donde usted puede contar que esté a salvo, ya que las matanzas han sucedido en escuelas, iglesias, parques y otros lugares de sano esparcimiento.

A pesar de la frecuencia de los hechos criminales todavía tenemos un alto porcentaje de líderes políticos, miembros del poder judicial y funcionarios de gobiernos estatales y locales, que persisten en sostener que los constantes asesinatos no son productos de la proliferación de las armas en la sociedad sino que las causas están relacionadas a problemas mentales de los individuos provocadores de los hechos criminales y que por lo tanto, no es necesario restringir la venta de las armas a todo el que la desee comprar, ya que eso constituiría una violación a la Segunda Enmienda y a la “libertad de expresión”. Esta última afirmación recientemente fue reafirmada por la mayoría conservadora de la Suprema Corte cuando dejaron sin efecto una ley del estado de New York que prohibía el porte de armas en público.

Todavía no podemos salir de la sorpresa que altos miembros de nuestro sistema judicial estén reafirmando el absurdo de que la compra de armas por cualquier ciudadano esté justificada por un derecho de la libre expresión y que, por tanto, a nadie se le puede prohibir la compra de un arma a pesar de los constantes asesinatos tanto individuales como colectivos. Los datos de los incidentes armados son alarmantes y su incremento es evidente: cada día mueren 124 personas por armas; entre 2017-2021 hubo 31 masacres con 299 muertes y alrededor de 10,225 heridos; en menos de 4 meses han sucedido 4 tiroteos de masas; en los últimos 5 años se han producidos mas muertes en masa que desde 1966 hasta 2017.

La posición del alto mando judicial y ante los numerosos sucesos de matanzas colectivas que han sucedido en los últimos años, nos pone en la situación de admitir que vivimos en una sociedad pautada por principios cavernícolas y donde la constitución y las leyes son dictaminadas para complacer una minoría ultraconservadora y a unos políticos que son alimentados por la industria armamentista. No hay lugar a dudas, que, de acuerdo con los hechos, a estos últimos, los políticos, les interesa mas la permanencia en el poder que la salud y el bienestar de sus ciudadanos.

Es inconcebible que a la luz de los constantes asesinatos de vidas inocentes los políticos permanezcan indiferentes y no tomen medidas drásticas para detener la indiscriminada compra y venta de armas. La mayoría de los casos registrados se trata de jóvenes que sin ningún inconveniente han adquirido armas de altos calibres para cometer sus hechos y sin que nadie, tanto los vendedores como los familiares, hayan dado la alerta a las autoridades. Si seguimos por el camino que vamos, iremos a desembocar en el caos donde los ciudadanos amantes y obedientes de las leyes tendremos que recurrir al encerramiento y dejar que los armados ciudadanos tomen el control de nuestras calles, lugares de recreo y de cultos religiosos.