Por Ramón Peralta

El triunfo de la revolución esclava haitiana causó un gran revuelo entre los países colonialistas que descansaban sus economías en la esclavitud. Inmediatamente se pusieron en alerta para no permitir que los resultados de la revolución se expandieran a sus colonias y trastornaran sus sistemas de explotación económica. En ese sentido, Francia, la metrópolis directamente afectada, inició la ofensiva imponiendo a Haití unas drásticas sanciones por las que obligaba a la naciente nación a resarcir los daños a los colonos afectados por la revolución. Haití fue obligado a pagar a Francia la exorbitante deuda de 150 millones de francos para asegurar su independencia o de lo contrario sufrir las consecuencias. Las amenazas no se hicieron esperar con la llegada de barcos de guerra franceses a las costas y puertos haitianos, hecho que obligó a Haití a aceptar las demandas.

De acuerdo con documentos recientemente expuestos por el diario New York Times, la suma impuesta por Francia a Haití representó 10 veces mas el dinero pagado por Estados Unidos por la compra de la Luisiana, un territorio que pertenecía a Francia e inmensamente mayor que la pequeña república caribeña.

La medida del ahogamiento económico no solo fue emprendida por Francia, sino que el gobierno de Jefferson emprendió la acción de aislar diplomáticamente a Haití y castigarlo económicamente por el hecho de que la revuelta haitiana podría inspirar a los esclavos en cuyos hombros descansaban las plantaciones de algodón y la caña en el sur norteamericano, que a pesar de que la nación americana había logrado su independencia todavía sostenía la existencia de un régimen esclavista. De manera que, el susto de la revolución haitiana también se dejó sentir en la tierra “libre” del Norte.

El intervencionismo americano sobre la pobre nación caribeña no solo se quedó en las amenazas lanzadas por Jefferson, sino que a principio del siglo veinte Estados Unidos ocupó a Haití por 19 años contribuyendo a aumentar el malestar económico y controlando sus finanzas hasta 1947. Según los documentos del New York Times, señalados anteriormente, Estados Unidos durante ese período descontó cerca del 40% de los ingresos haitianos para disponerlos al pago de las deudas a ese país y a Francia.

Para 1911 Haití debía pagar $2.53 de cada $3 que hacía en la ganancia del café que era su principal fuente de ingreso nacional, para destinarlos al pago de la deuda. La acción de obligar a Haití a reparar los daños infringidos a sus antiguos colonos fue un hecho sin precedente, ya que fue la primera nación que se vio obligada a pagar reparación a sus antiguos amos y a sus descendientes para ganar su independencia. Generaciones de franceses recibieron los pagos sin incluso saber de dónde provenían, ya que, los gobiernos franceses mantuvieron el hecho como un secreto de estado.

A lo largo de los años esas obligaciones financieras que Haití tuvo que pagar a Francia y a Estados Unidos contribuyeron a profundizar la crisis económica de ese país y a aumentar la pobreza de su población. Según el economista francés Thomas Piketty, Francia le debe a Haití al menos $28 billones por conceptos del dinero pagado por la deuda impuesta. Además del elevado costo, el gobierno francés ha obligado a los gobiernos haitianos y a sus ciudadanos a mantener silencio sobre el dinero pagado como rescate por su independencia. El último presidente haitiano, Bertrand Arístides, que se atrevió a hacer publicidad sobre el problema, el reclamo le costó la presidencia.

Según los informes de los documentos dado a conocer por el New York Times, la acción de Arístides hacer mención y reclamar a Francia a restituir el dinero pagado por Haití, fue uno de los factores que contribuyeron a su doble derrocamiento de la presidencia haitiana. Los franceses junto con los norteamericanos se confabularon para llevar a cabo los dos golpes de estado contra el citado presidente haitiano bajo las falsas acusaciones de que llevaría a Haití al caos y que era un rebelde de izquierda. Pero la realidad fue otra, ya que, Arístides fue uno de los pocos presidentes haitianos que reclamó mas justicia social para su pueblo y para dar cumplimiento a ésta, pidió en numerosas ocasiones que Francia le repusiera el dinero injustamente retenido por la falsa deuda de la independencia. Levantar esa demanda le costó el poder y la continuación de la miseria y el hambre que hoy sufre el pueblo haitiano. Por eso, ver la realidad haitiana solo en la perspectiva del presente sin conectarla a su pasado no nos lleva a la verdad. El yugo imperial tiene mucho que ver con la desgracia que sufre el pueblo haitiano.