En caso de los dos incidentes fatales ocurridos el lunes en Grand Rapids y Muskegon, antes de acusar es prudente esperar
A las 8:50 de la mañana del pasado lunes 4 de abril, un agente de policía de Grand Rapids mató de un disparo a un conductor que rehusó seguir sus órdenes y supuestamente actuó de manera intimidante. Seis horas después, a unas 20 millas de Grand Rapids, un agente de la policía estatal disparó fatalmente a un hombre, que al ser abordado por el oficial, blandió un arma contra éste.
Ambos casos están en investigación, y hasta que no haya una explicación oficial de los hechos, lo prudente es conservar la calma, abstenerse de hacer conjeturas en torno a asuntos raciales y de supuestos abusos de autoridad.
Si bien es cierto que en el pasado se han cometido serios abusos de autoridad por parte de oficiales de la policía, también lo es que, ha habido muchas desgracias por imprudencia de los ciudadanos.
Adelantarse a enjuiciar situaciones sin la debida información, es la vía mas rápida de equivocarse.
En pasado lunes, pocas horas después del incidente en Grand Rapids, el jefe de policía de esta ciudad, Eric Winstrom ofreció una conferencia de prensa en la que prometió dar al público en su debido tiempo la explicación de los detalles del incidente, e incluso proporcionar a la prensa el video del uniforme del policía envuelto en el hecho en el que debe recogerse parte de lo ocurrido. Aunque esto último no es seguro, debido a que el fiscal del condado, Christ Becker pidió que no se publicara el mismo porque según él, “podría entorpecer las investigaciones”.
Winstrom es nuevo en el departamento, apenas lleva un mes a cargo de este y no hay razón para dudar que actúe de manera imparcial en ofrecer los detalles del trágico suceso y establecer responsabilidades si es necesario.
Los ciudadanos debemos ser conscientes de que los oficiales de policía tienen el deber de hacer cumplir las leyes, y que, en ese trabajo, deben cuidar sus vidas, sobre todo en un país donde comprar armas es tan sencillo como comprar juguetes en las tiendas; que no hay ninguna obligación de entrenamiento al ciudadano que las adquiere y que, por la frivolidad del mercado de estas, a los delincuentes no les es nada difícil adquirirlas.
Un ejemplo de ello es que, apenas un día antes en Sacramento, California, seis personas perdieron la vida y mas de una decena resultaron heridas debido a disparos hechos por delincuentes contra una multitud en una zona de entretenimiento de esa urbe.
El mismo lunes en Florida, comenzó el juicio contra un joven que hace dos años entró armado a una escuela de ese estado y mató a 23 personas.
En cuanto al caso que nos ocupa, no queremos decir que no haya agentes que, investidos de la autoridad de su uniforme, pretendan tratar a los ciudadanos como subalternos a los que no se les debe ningún respeto ni consideración. Pero sí queremos enfatizar en la necesidad de esperar los resultados de las investigaciones para poder decidir, si reclamar que se cometieron abusos, o simplemente saber que vivimos dos tragedias provocadas por las víctimas de manera imprudente e innecesarias.
