En 1937, el dirigible más grande del mundo cayó en una impactante explosión en la que murieron 36 personas y otras tantas lograron sobrevivir de milagro. Fue el fin de la era los zepelines.

Este 6 de mayo se cumplen 85 años de la tragedia que marcó el fin de los zepelines, con la explosión del mayor dirigible del mundo y un orgullo de la ingeniería alemán.

La tragedia de Hindenburg ocurrió en el auge del nazismo, que lideraba el mercado con los dos mayores dirigibles que existían: el Graf Zeppelin y el Hindenburg. Sin embargo, trágicamente este último, tras haber cruzado el Atlántico, se vio envuelto en llamas y explotó cuando intentaba aterrizar en la base naval Lakehurst, en Nueva Jersey, Estados Unidos. Al momento del accidente viajaban 98 personas, de las cuales 36 murieron y las restantes 62 lograron sobrevivir milagrosamente.

Se lo llamaba el "Titanic de los aires" debido a que tenía un tamaño similar.

Fue creado con una capacidad máxima de 50 pasajeros (sin contar la tripulación), pero luego lo ampliaron a 72, pero con el riesgo (que a la postre sería fatal) de usar únicamente Hidrógeno como gas de sustentación en lugar de Helio, un gas más pesado pero no inflamable, por lo que se sabía era más seguro.

El Hindenburg usaba 190.000 metros cúbicos de hidrógeno para cada viaje transatlántico.

Finalmente, a las 7.25 del 6 de mayo de 1937, cuando estaba próximo a aterrizar en Estados Unidos, el Hindenburg comenzó a tener una pérdida de hidrógeno y se prendió fuego completamente en menos de un minuto cuando estaba a 130 metros de altura. La superestructura de metal fundido y la tela exterior carbonizada colapsaron al suelo provocando el pánico en los presentes. Algunos pasajeros, desesperados, saltaron de 100 metros de altura. Es considerado un milagro que hayan sobrevivido 61 de las 97 personas a bordo.

El hecho fue presenciado por la prensa y cientos de personas que veían llegar el dirigible. Incluso fue transmitido en vivo por radio. El reportero de radio Herbert Morrison, desconocido hasta el momento, fue la voz que relató la tragedia desde una pequeña emisora ​​de Chicago.

El periodista quería usar el momento para un experimento de grabación. Cuando informaba sobre la situación, llamó a su ingeniero de sonido, Charlie Nehlsen: "¡Oye esto, Charlie! ¡Oye esto! Se está hundiendo. ¡Se está estrellando!". Morrison, desesperado y emocionado, gritó: "¡Oh, la humanidad!".

El zepelín recién había comenzado a volar comercialmente en marzo de 1936. Partía habitualmente desde Frankfurt, cruzando el Atlántico hacia Nueva Jersey. Pero también tenía otro destino principal como Río de Janeiro, Brasil.

Su alto precio por cada viaje reflejaba también su exclusividad y calidad de las instalaciones: un imponente comedor, sala de estar, salón de lectura, cabinas dormitorios con comodidades, comida y vinos de primera clase.

Además de tener agua fría y caliente, los pasajeros incluso hasta podían fumar en el viaje a pesar de que se trasladaban en un dirigible altamente inflamable. Los pasajeros debían pagar una fortuna para volar en él, sólo comparable con el precio de un billete para el ya desaparecido avión supersónico Concorde.

El Hindenburg también fue el centro de la escena en los Juegos Olímpicos de 1936 cuando sobrevoló el estadio de Berlín en la inauguración y ante la aparición de Adolf Hitler. Realizó 63 vuelos, cruzando el Océano Atlántico 17 veces y recorriendo un total de 308.323 kilómetros.

La caída Hindenburg marcó el fin de los zepelines

Si bien en varios países había dirigibles, en Alemania fue donde se especializaron sobre los zepelines y contaban con los dos más grandes del mundo: el Graf Zeppelin y el Hindenburg. 

El accidente ocurrió cuando avanzaba el nazismo en Alemania y comenzaba Hitler a planificar su invasión por Europa. El Hindenburg era reconocible por su enorme tamaño, pero también por las reconocibles esvásticas nazis.

Luego de la tragedia, la noticia recorrió el mundo. Encima, la aerolínea de aviones PanAm anunció que comenzaría a realizar vuelos transoceánicos y los zepelines de la empresa fabricadora Luftschiffbau Zeppelin cayeron en desuso.

La tragedia de Hindenburg no fue la única protagonizada por un zepelín. En 1930, el dirigible inglés R101 también se había incendiado dejado un total de 48 muertos de las 54 personas a bordo.

Fuente: Perfil Radio