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Por Ramón Peralta

La reciente elección de Gustavo Petro como presidente de Colombia no es mas que un reflejo del rechazo de los pueblos a los gobiernos que hasta ahora han estado gobernando la región en nombre de una “democracia” donde ha primado el constante enriquecimiento de una minoría y la corrupción rampante de los políticos que sirven como títeres a esos grupos ricos.

La elección de nuevos gobiernos en Honduras, Chile, Costa Rica, Perú, Bolivia y ahora en Colombia han despertado la esperanza de cambios en la región. No es secreto para nadie, que las “democracias” del área no han enfrentado como se debe los problemas económicos mas críticos de la región donde en los últimos años se han multiplicado el hambre y la pobreza extrema sin contar la falta de respuestas a problemas crónicos como la educación, la salud y el empleo, mientras tanto, las ricas élites aumentan sus capitales.  Esa crónica situación es la que ha causado la oleada de miles de migrantes hacia el norte en busca de mejores situaciones de vida.

Las expectativas de los pueblos no están en los marcos “izquierdista” o “comunista” como la prensa de la región, por supuesto manejada por los sectores ricos, ha estado propagando para promover desde ya el descrédito de los nuevos gobernantes. Los cambios de gobiernos no se tratan de algo parecido, es decir “izquierdista” o “comunista”, sino de traer ciertas reformas dentro de los mismos mecanismos de la democracia con el fin de aliviar los problemas de la población marginada y desamparada por los gobiernos de la región.  

En el caso de Gustavo Petro, ya cuando se percibía su triunfo y antes de celebrarse las elecciones, los titulares de prensa comenzaron a augurar el desastre y la catástrofe para Colombia, que, según ellos, era el país que había demostrado mas “estabilidad” en la región. Claro, una estabilidad basada en el crimen organizado por el propio gobierno con las matanzas indiscriminada de miles de pobres campesinos, que vivieron sus peores momentos dentro de lo que dio en llamar el “uribismo”, haciendo referencia a los gobiernos y líder de la ultraderecha colombiana Alvaro Uribe.

El programa de Petro se circunscribe, como él lo anunció en su campaña, en favorecer cambios sociales, medidas para detener nuevos contratos de exploración de gas y petróleo, aumentar los impuestos a los ricos para así poder cubrir programas contra la pobreza y mejorar los servicios públicos. También prometió atacar la corrupción administrativa y la violencia.  Por tales motivos, desde ya se ha anunciado la oposición de Washington a su gobierno con la vieja y desacreditada coletilla de “izquierdista”. Ya el ultraderechista gobernador de la Florida Ron DeSantis lo expresó claramente: “La elección en Colombia de un ex narcoterrorista marxista es preocupante y decepcionante”.

La situación de meter miedo con la falsa bandera del “comunismo” e “izquierdismo” no es nueva en América Latina. Ya en el pasado se usaron esos mismos mecanismos con el fin de derrocar gobiernos liberales, elegidos libremente por sus pueblos y que buscaban remedios a problemas crónicos del área, solo basta recordar los golpes de estado contra Jacobo Arbenz en Guatemala, Juan Bosch en República Dominicana, Salvador Allende en Chile, Bertrand Aristides en Haití, Manuel Zelaya en Guatemala, Hugo Morales en Bolivia y otros mas.

Lo mas contradictorio de los que hoy echan el grito de “comunismo” y “socialismo” por el triunfo de Gustavo Petro, es el craso desconocimiento de que éste fue elegido libremente por el pueblo colombiano en unas elecciones que hasta sus opositores en Colombia reconocen su legitimidad. Hasta ahora no se ha oído hablar de fraude, coerción o amenazas a los votantes. Su victoria fue una libre expresión del pueblo, que vio en su programa de gobierno sanas alternativas a los problemas que hoy acogotan a las mayorías colombianas, sobre todo a sus sectores mas pobres, en un país que ocupa el segundo lugar entre los países latinoamericanos donde la riqueza está concentrada en pocas manos. Revertir esa realidad es la razón por la que los llamados “demócratas” están levantando el grito al cielo y catalogando a Petro como “izquierdista” y “comunista” a pesar de que sus ideas son otras y así lo expresó cuando dijo: “Hoy hay una inmensa responsabilidad que recae sobre nuestra espalda, la responsabilidad de llevar a Colombia a un buen puerto, a un puerto de aguas calmas, pero diferente al que ha tenido hasta ahora.” Si eso es comunismo habría que redefinir el término.

 

 

 


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